Preguntaba el otro día un alumno de 3º ESO si hoy en día existe alguna lengua nueva, que, creada por el hombre, haya sido adoptada por una determinada comunidad lingüística y funcione de manera natural como cualquiera de las lenguas surgidas desde la evolución. Se recordó, entonces, el torpe intento del esperanto, e incluso se citó al gran J. R. R. Tolkien y su lengua élfica. Sin embargo, la respuesta final a ese interrogante fue negativa.
Al hilo de toda esta reflexión, de repente, casi como una inspiración de las musas, llegó a nuestra mente la imagen de ese fabuloso, fértil y mutante lenguaje de los emoji, un paquete de contenido completo que, si bien no puede ser catalogado como lengua, se ha erigido en los últimos años como un lenguaje prácticamente universal, fundamentado en las emociones humanas y en las convenciones culturales más generalizadas. Su extraordinaria versatilidad, su inmediatez, su ahorro en el tiempo de escritura, su sencillez a la hora de las relaciones sintácticas (relaciones sugeridas por el cotexto de forma intuitiva y asociativa) y su capacidad de adquisición de significados personales y subjetivos -lo cual puede, a su vez, convertirse en una fuente de problemas- propician que esta forma de comunicación sea una de las más prolíficas en nuestra actual cultura contemporánea.
El emoji se creó en Japón, de manos de Shigetaka Kurita. El germen de este lenguaje surge ligado a las Olimpiadas de Tokyo de 1964, donde se emplearon gran cantidad de iconos infográficos capaces de poner en contexto a miles de visitantes incapaces de leer textos en lengua japonesa. Este interesante vídeo aporta más información acerca de su creador, su historia y su utilización. No dejes de verlo.
Así pues, tal como se afirma en este excelente artículo de María Julio Amadeo, «podemos pensar que, como fue en los primeros tiempos, volvemos a utilizar imágenes (pictogramas) que representan ideas, pero ahora los combinamos con palabras, lo que da lugar a una escritura muy heterogénea. Y que lo hacemos por varias razones diferentes: porque las nuevas tecnologías nos ofrecen esa posibilidad, porque escribimos en un idioma que nos cuesta o a alguien le cuesta nuestro idioma, porque queremos dar una imagen más relajada de nosotros mismos».
Ahora es tu turno: ¿Serías capaz de contarnos una historia en 10-20 emoticonos? Pincha en la imagen inferior para acceder al Padlet en el que podrás dejar tu texto. Y no te olvides de acompañarlo de su versión en lengua castellana. Además, debes escribir un comentario en esta entrada con tu opinión sobre el tema.
Si te interesa el mundo de los emoticonos y quieres conocer algunas curiosidades más, puedes ampliar información en el siguiente enlace: ¿Hemos llegado a la cima del lenguaje emoji o nos queda bailarina flamenca para rato?
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